El día que mi mente despertó distinta
Después del golpe: aprender a pensar distinto
Durante mucho tiempo pensé que algo en mí se había roto.
No sabía exactamente qué, solo sabía que ya no era igual.
De niño era de notas perfectas. No porque estudiara horas, sino porque recordar era fácil. Mientras el maestro dictaba las preguntas y buscaba la siguiente, yo ya tenía la respuesta escrita. Las clases se me hacían simples, naturales, casi automáticas.
Hasta que un día todo cambió.
Jugando como cualquier niño, un golpe inesperado me tiró al suelo. Después vinieron otros. Recuerdo poco: despertar sentado, miradas alrededor, silencios incómodos. Recuerdo también desmayos posteriores, un golpe en la cabeza, un hospital, y una palabra que no entendía entonces: recuperación.
Me dijeron después que parecía un bebé, que no entendía nada, que poco a poco fui volviendo. Se habló de repetir el año, pero mis notas anteriores me empujaron hacia adelante. Nadie sabía realmente qué había pasado, y lo cierto es que tampoco se investigó del todo.
Yo solo sabía una cosa: ya no podía aprender como antes.
En el colegio comenzaron los exámenes en blanco, la frustración, la incomprensión. “No estudias”, me decían. Yo estudiaba, pero la información no se quedaba. No porque no quisiera, sino porque algo en mi cabeza funcionaba distinto.
Mi adolescencia no fue fácil. A ese cambio invisible se sumaron miedos, traumas y la sensación constante de estar fallando en algo que antes dominaba sin esfuerzo.
Con los años aprendí algo importante:
no había perdido la inteligencia, había perdido una forma específica de acceder a ella.
Mi mente ya no era rápida en memorizar, pero se volvió más reflexiva. Tal vez menos automática, pero más consciente. Tal vez más lenta en aprender datos, pero más profunda al comprender procesos.
Hoy, muchos años después, ya no busco respuestas médicas que lleguen tarde. No porque no importen, sino porque entendí que no todo cierre viene de un estudio clínico.
Algunas experiencias no se superan olvidándolas,
se superan poniéndoles nombre.
Esto fue un antes y un después.
Un golpe que no solo tocó el cuerpo, sino la forma de pensar.
Y aprender a vivir con una mente distinta también es una forma de inteligencia.
Comentarios
Publicar un comentario